Fuente: Economía y Negocios El Mercurio
Las mascotas y los ruidos
molestos son las causas más comunes de los roces que se dan entre los vecinos
de un edificio de departamentos o de un conjunto de casas.
No es fácil la vida en comunidad.
Según los entendidos, ocho de cada diez problemas que le llegan a una
administración tienen que ver con relaciones humanas, es decir, convivencia
entre vecinos. "En un mismo piso puede haber gente de diferentes edades y
costumbres. Están a pocos metros uno del otro y no siempre se respetan los
derechos del vecino (....) Antes había más respeto", señala el socio de la
firma administradora Zócalo Uno, Guillermo Pizarro.
Para el sociólogo experto en
temas inmobiliarios, Camilo Arriagada, las tensiones que se ven en los
condominios muchas veces se explican por un cambio en la sociedad: "La
vida en comunidad se ha debilitado como fenómeno global de transformación del
modelo económico y cultural, con mucha más individualidad", señala.
Hay temas que son más sensibles y
que comúnmente generan roces: la tenencia de mascotas, la emisión de ruidos
molestos, las ampliaciones que no siguen el estilo de la fachada del edificio y
el uso de los estacionamientos de visita. "En general, el desconocimiento
de los reglamentos hace que a la gente al final le dé lo mismo", explica
el presidente del Colegio de Gestión y Administración Inmobiliaria (CGAI),
Aníbal Ahumada.
Como una forma de capacitar a la
comunidad y que así tome conciencia de sus derechos y deberes, en Inmobiliaria
Paz han desarrollado el programa Comunidad Exitosa, que actualmente está
presente en 14 edificios. "Buscamos darles herramientas a los vecinos para
sacar un mejor provecho de la vida en conjunto. Se les entregan tips fáciles
que mejoran la convivencia diaria, como saludarse en el ascensor o cómo hacer
un correcto uso de los espacios comunes, entre otras materias", señala
Marcos Camsen, gerente técnico inmobiliario de Paz.
Convivencia regulada
Desde 1937 que la vida en
comunidad se viene normando, aunque la primera ley tenía en mente condominios
pequeños, con edificios que, en general, no superaban los cuatro pisos. El gran
salto se dio recién en 1997, con la actual ley de Copropiedad Inmobiliaria, que
reconoce distintos tamaños y tipos de condominios, como habitacionales, de
oficinas e industriales.
"Esta ley hace toda una
regulación que no estaba respecto de los bienes comunes; si se pueden arrendar,
darse en uso y goce, construir en ellos, cambiarles el destino. Eso hace más
fácil lograr relaciones más llevaderas, dejando claro qué se puede hacer y qué
no con dichos bienes", señala el abogado especializado en temas de
copropiedad, José Manuel Figueroa.
Además de la ley, cada condominio
dispone de su propio reglamento, donde se norman los temas sensibles caso a
caso. Para las mascotas, lo más común es que se regule el peso del animal,
mientras que en el caso de los ruidos molestos, normalmente se establecen horas
de emisión.
"Estos reglamentos se han
transformado en un verdadero manual de sana convivencia. Ahora tampoco pueden
convertir una comunidad en una cárcel, llena de restricciones", dice
Guillermo Pizarro, de Zócalo Uno.
Según Figueroa, los problemas de
relaciones humanas se pueden atacar con un buen reglamento, pero no es una solución
de fondo: "Hay gente que simplemente no tiene sentido cultural para vivir
en comunidad, muchos piensan que están en el campo".
A esto hay que sumar que muchas
veces es difícil cambiar el reglamento ante la aparición de un conflicto nuevo.
Para hacer efectiva una modificación se requiere de una asamblea extraordinaria
de los vecinos, con 80% de asistencia y un 75% de acuerdo.
Cosas por mejorar
Cuando el reglamento no es
suficiente y la mediación del administrador tampoco, se puede llegar a los
juzgados de Policía Local, quienes pueden establecer multas de una a tres UTM y
en caso de reincidencia, duplicar los valores. "Esta instancia está
colapsada y es lamentable que todo problema de una comunidad que no pueda
resolverse deba ser tratado en un juzgado, que también ve cosas de mayor
gravedad y más urgentes. Por eso a veces lleva años resolver algo que puede ser
sencillo de solucionar", señala Aníbal Ahumada, del CGAI.
A su juicio, una solución sería
que la autoridad entregue a los gremios de administradores la facultad de
mediar en estos conflictos menores.
Ahumada indica: "En
Argentina aplicaron esta fórmula y los resultados han sido muy provechosos para
los involucrados y ha permitido una descongestión significativa en los juzgados
correspondientes".
José Manuel Figueroa va en esa
misma línea y señala que otra forma de desentrampar los conflictos es que se
les entreguen mayores facultades a los administradores, como poder poner multas
directamente. "También debiera poder poner término al contrato de arriendo
y expulsar a un arrendatario conflictivo", dice.
Actualmente hay 22 mil edificios
que se rigen por la ley de Copropiedad Inmobiliaria y el número crece cada año,
según datos del CGAI. Con cada vez más personas viviendo en comunidad, los
expertos llaman a tomar acciones para solucionar los conflictos. Después de
todo, es un fenómeno que afecta a gran parte de la sociedad. "En todos los
sectores pasan cosas muy similares, no importando el nivel socioeconómico de la
comunidad", concluye Ahumada.
Edificios, fuente de conflictos
Es más común que los roces entre
vecinos se den en los edificios que en los condominios de casas. Según el
presidente del Colegio de Gestión y Administración Inmobiliaria (CGAI), Aníbal
Ahumada, esto tiene que ver con la densidad y la cantidad de bienes comunes.
"En las casas no debes compartir el ascensor, el quincho. En los edificios
hay más espacios que son comunes", indica.
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